Este volumen de ensayos abre y cierra con dos títulos que, muy distantes a primera vista, encuentra su clave en el corazón de la persona. En el primer ensayo se exponen las características de la familia que hacen de ella la sede originaria del proceso de humanización del hombre, punto donde convergen naturaleza y cultura: “la familia es el centro de la libertad, el lugar propio de su desarrollo y expansión, porque es el caldo de cultivo de los tres componentes que constituyen la esencia de la libertad: la capacidad de compromiso, la capacidad de renuncia y la capacidad del don de sí”Sin subestimar otras instancias humanizadoras, es claro que ninguna puede sustituir a la familia: “las escuelas podrán proporcionar los conocimientos que requieren nuestros hijos como piezas funcionales en los oficios humanos. Pero sólo la familia será capaz de comenzar –con un comienzo definitivo, valga la paradoja- la formación del oficio de hombre”.